El cuero no es un material natural tal como lo conocemos, sino que requiere un proceso de transformación para convertir la piel de los animales en un producto duradero y resistente. El curtido es un proceso clave en la producción de cuero, donde la piel cruda se transforma en un material que no se deteriora con el tiempo.
Los métodos de curtido varían ampliamente, desde el curtido vegetal, que utiliza taninos naturales, hasta métodos modernos con productos químicos más avanzados. Esta diversidad en técnicas permite una amplia gama de acabados y características, satisfaciendo así las necesidades de diferentes industrias. Este proceso consiste en varios pasos:
- El desollado: se separa la piel del animal del resto del cuerpo, se limpia y se clasifica según su calidad y tamaño.
- El ribeteado: se recorta la piel para eliminar las partes sobrantes o defectuosas.
- El remojo: se sumerge la piel en agua para hidratarla y eliminar la suciedad, la sangre y los restos orgánicos.
- El descarne: se raspa la parte interna de la piel para eliminar el tejido subcutáneo, el pelo y las glándulas.
- El descarnado: se elimina el exceso de grasa y proteínas de la piel mediante agentes químicos o enzimáticos.
- El curtido: se trata la piel con sustancias que le dan estabilidad, resistencia y flexibilidad. El tipo más común de curtido es el curtido al cromo, que usa sales de cromo como agente curtiente. Este método es el más rápido y barato, pero también el más contaminante y tóxico, ya que genera residuos peligrosos para el medio ambiente y la salud humana. Otros tipos de curtido son el curtido vegetal, que usa extractos vegetales como el tanino; el curtido al alumbre, que usa sales de aluminio; o el curtido sintético, que usa resinas sintéticas.
- El recurtido: se vuelve a tratar la piel con sustancias que le dan color, suavidad, brillo y otras propiedades deseadas.
- El secado: se elimina el exceso de humedad de la piel mediante métodos como el prensado, el colgado o el secado al vacío.
- El acabado: se aplican diferentes técnicas para mejorar el aspecto y la calidad del cuero, como el lijado, el pulido, el barnizado, el estampado o el grabado.